Desde que la pandemia llegó a nuestro país, especialistas, políticos y opinólogos instalaron en la agenda mediática la falsa dicotomía de salud o economía, para sacudir a la sociedad sobre las consecuencias de una cuarentena temprana. Cinco meses después de iniciado el aislamiento social preventivo y obligatorio, y su versión para el grueso del interior del país, la de distanciamiento, ha corrido mucha agua bajo el puente.
En sus inicios, existió por falta de conocimiento una subestimación del impacto del coronavirus especialmente en algunos países de Europa, donde al no tomarse medidas extremas de aislamiento sufrieron las consecuencias nefastas en números de contagios y muertes por COVID-19. En algunos casos, supieron modificar la estrategia rápidamente y sumarse a una cuarentena estricta, que a mediano plazo mostró su eficacia.
Más cerca de aquí, en una posición negacionista de la pandemia y soberbia de su presidente, Brasil rompió los récords de infectados y muertos de la región sudamericana al poner por delante del cuidado de la vida la continuidad rigurosa de la actividad económica. Un poco más lejos, en los Estados Unidos, la postura grotesca de “chinizar” la pandemia y la arrogancia de su gobierno orientado a no perder cierta supremacía económica, lo pusieron pronto en el top mundial de enfermos y muertos por COVID.
Sin embargo, los países que como estrategia política en la pandemia hicieron prevalecer la continuidad de la actividad productiva sin miramientos fallaron estrepitosamente en el objetivo de que su economía no cayera. Esto es así porque la pandemia es la que ataca el crecimiento productivo de los países, no las cuarentenas, que son la respuesta a la enfermedad hasta tanto llegue la vacuna que le ponga freno.
Ninguna economía puede funcionar cabalmente si hay miles y miles de enfermos y muertos. Aquí se desvanece el dilema salud o economía. Los que producen son las personas, los seres humanos que prestan su esfuerzo laboral y su salud para generar valor agregado. Es fuerte expresarlo así, pero los muertos no producen.
Lamentablemente, hoy vemos mucha insensatez en las calles y en ciertos estamentos de la sociedad argentina. Aunque en estos meses el gobierno haya determinado una incesante asistencia social y productiva (IFE, ATP, precios máximos, exenciones, prórrogas de vencimientos, apoyo financiero, moratorias, e inversión pública para actividades industriales, etc.), dirigida a los sectores más vulnerables hasta llegar incluso a las grandes empresas perjudicadas por la crisis que genera la pandemia, estos irresponsables le siguen pegando abajo. En esa politización y tergiversación de la pandemia, se expresan no solo los anticuarentenas, los que queman barbijos, los que niegan el virus, los que exigen una mayor flexibilización aunque hayamos superado los 12 mil casos diarios de coronavirus, sino una oposición irresponsable y algunos de sus aliados, incluidos grupos económicos concentrados cuyo objetivo es maximizar sus ganancias aunque para ello se exponga a la población trabajadora a mayores peligros.
Mientras estos sectores instigadores de una irresponsabilidad individual y colectiva intolerable convocan a marchas en la calle con el fin de ejercer una presión mediática para socavar los índices de legitimidad política ganada en las urnas por el gobierno, los trabajadores de la salud se juegan literalmente la vida en los establecimientos públicos y privados, haciendo peripecias para cubrir los puestos dejados por sus compañeros enfermos por COVID y atender los casos crecientes que se presentan día tras día. El sistema sanitario no llega a colapsar en el AMBA, pero ya muestra su peor cara en algunas ciudades del interior que están al límite, y eso significa ponerlos ante el verdadero dilema, el de a quién salvarle la vida con un respirador.
En ese marco, nuestros trabajadores siguen exponiéndose al virus y dándolo todo en estos centros de salud impropios que son las farmacias, atendiendo a la población que lleva a diario a los mostradores de atención su preocupación ante los niveles de contagio y busca respuestas a la fragilidad de la vida que nos toca enfrentar. Por favor, esta lucha contra el virus afrontémosla con coherencia y verdadera responsabilidad social.
Prensa – Federación Argentina de Trabajadores de Farmacia (FATFA)