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Recordando a Miguel Quiroga

A DOS AÑOS DEL ADIOS A UN GRAN COMPAÑERO

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En el segundo aniversario de su partida, este 6 abril abrazamos el recuerdo de ese «gran compañero» y enorme ser humano que supo ser Miguel Quiroga, histórico dirigente sindical de la Hípica Nacional, hombre del Movimiento Obrero Organizado y las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas de la primera hora, que fue secretario general de la Gremial de Hipódromos y Agencias Hípicas APHARA, que desde fines del 2015 conduce Diego Quiroga, y desde entonces hasta su despedida tuvo a su cargo la secretaría adjunta.

Al cumplirse dos años de su paso a la eternidad, es tan fuerte la estela que dejó en vida que es imposible olvidarlo a «Miguelito», cómo no recordar y abrazar en su homenaje los mejores recuerdos, aquellos que lo dibujan en el éter tal como fue, porque quien nace con la esencia de ser «buena gente» la conserva para siempre, nada ni nadie lo cambia con el paso de los años .

Miguel Quiroga siempre fue el mismo, desde aquellos años de su comienzo de pibe en San Isidro y Palermo, luego cuando era delegado e incluso cuando fue miembro de comisión directiva en la Gremial de Hipódromos donde arrancó siendo secretario gremial, por ese entonces era el que sabía, el que conocía en persona a los trabajadores. Para encontrarlo había que buscarlo entre ellos, los trabajadores, incluso había por ahí que llegarse hasta los mismos boxes allá al fondo del Hipódromo de Palermo sobre la calle Olleros, que hoy se conoce como Villa Hípica. Ahí lo tuvimos que ir a buscar para un reportaje allá por el año ’90. Quien quería ver a Miguel lo encontraba literalmente al lado de los trabajadores.

Eso es lo que inculcó Miguel Ángel Quiroga a su gente, a sus pares como a sus seguidores, y Dios lo bendijo con su principal discípulo, su hijo Diego Quiroga, quien se formó con el mejor ejemplo, el de toda una vida defendiendo los derechos del trabajador y el bienestar de sus compañeros.

A dos años de su adiós, desde estas líneas abrazamos la cálida persona que fue, recordando su pícara sonrisa, su amor por su compañera de la vida, María, a quien siempre tenía presente. Y si tuviéramos que sintetizarlo en letra de tango, más allá de la diferencia de género en cuanto al personaje del tango de Héctor Varela, el era así, «Azúcar, pimienta y sal», porque Miguel era «rebelde y angelical».

Donde estés, Miguel, va el abrazo de todos quienes siempre te vamos a recordar, escuchando tu voz o viendo tu rostro sonriente sin necesidad de cerrar los ojos.

Julio E. Fredes

Crónica Sindical